sábado, 6 de octubre de 2007

Ocho años en vía muerta

Manuel Buytrago

Valcárcel no se encontraba anímicamente en un buen momento por motivos personales, pero eso no le impidió asistir en septiembre de 1999 a una reunión en Madrid que era vital para los intereses de la Región de Murcia. El entonces ministro de Fomento del PP Rafael Arias Salgado quiso que el presidente murciano estuviera presente en una reunión que debía decidir el trazado del tren de alta velocidad entre la capital de España y el Levante. Eduardo Zaplana por Valencia, Ruiz Gallardón por Madrid y José Bono por Castilla-La Mancha completaban la cita. De allí salió el compromiso de que también habría AVE para Murcia. Los tres últimos no estaban por la labor de que Murcia compartiera mesa y mantel.

El Gobierno de Valcárcel no fue un convidado de piedra, puesto que quince meses después -el 8 de enero del 2001- fue el anfitrión del Pacto del AVE que decidió el trazado final, habida cuenta de que en ese intervalo de tiempo no se logró consensuar un itinerario satisfactorio para las cuatro comunidades autónomas. El ministro Francisco Álvarez Cascos dejó que los presidentes autonómicos le dibujaran el trazado, con el fin de acabar con las disputas. Ruiz Gallardón consiguió modificar la entrada a Madrid aduciendo motivos medioambientales en la zona de Guadalajara. Zaplana obtuvo una línea directa entre Madrid y Valencia a través de Motilla del Palancar. Y José Bono rizó el rizo -sus exigencias fueron mayúsculas- para que el tren AVE pasara por Cuenca. Obtuvo además la conexión con Toledo y una especie de cláusula para proteger Albacete. De tal forma que ningún tramo nuevo entraría antes en servicio. Valcárcel accedió a una conexión a través de Elche y Novelda, junto a dos puntos reflejados en el acuerdo: La adecuación de las líneas convencionales (léase el trazado Murcia-Cieza-Albacete) con vistas a su transformación futura para alta velocidad. Y en segundo lugar el compromiso de que «todas las fases» se tramitarían «lo más rápidamente posible».

El paso por Cuenca transformaba ese AVE en un tren botijo para los intereses de Murcia, pero Valcárcel entendió que había que ser solidario con Castilla-La Mancha, de donde procedían los trasvases de agua del Tajo al Segura. No faltaron amenazas desde Cuenca de cierto colectivo dispuesto a boicotear el acueducto. Argumentó además el Ejecutivo murciano que lo importante era el tiempo de viaje -unas dos horas de Murcia a Madrid-, lo cual parecía garantizado. Cartagena y Lorca también tendrían AVE, y nadie puso en duda las características de un servicio ferroviario de alta velocidad en su aspecto más amplio. El eufemismo de alta prestaciones -un tren para todo y a menor velocidad- vino después.Se van a cumplir siete años de aquel acuerdo y el Ministerio de Fomento -el GIF y el ADIF- no han cumplido con Murcia. Álvarez Cascos fue un ministro «nefasto» para la Región, y la Administración socialista tampoco ha respetado lo que se pactó. La foto fija actual es la siguiente: Toledo tiene su AVE desde hace dos años; y todos los tramos que afectan a la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Madrid están adjudicados, en obras o con la plataforma terminada. Mientras, la Región de Murcia sigue descolgada: no tiene adjudicado ni el tramo por la Vega Baja de Alicante, y el único trozo en obras -en Alquerías- lleva dos años de retraso y sin terminar.

En Cartagena y Lorca, a esperar. La situación es tal que incluso Teruel -cuyos vecinos acudieron a Murcia a protestar ante el ministro- tiene avanzado su tramo de AVE.Valcárcel ya se percató hace cinco años, en la etapa del PP, de que este tren no avanzaba como debía y reivindicó la conexión directa a través de Cieza. Visto lo que se propone ahora para la conexión con Elche -que responde a un trazado de segunda categoría que nace pequeño y saturado- el presidente murciano dirigió en diciembre pasado una carta a la ministra Magdalena Álvarez rechazando el diseño, así como el paso por la Vega Media que perjudica a varias poblaciones, a la vez que le instaba a cumplir el Pacto del 2001. Parece que no hubo respuesta y que el Gobierno socialista sigue con sus altas prestaciones, con una variante de Camarillas disminuida y empeñado en abrir brecha por la Vega Baja a toda costa.

Ahí , el anterior consejero de Obras Públicas no debió ceder tanto ante Valencia, aunque sí reclamó después por carta un trazado mejor y una tercera vía. No se ofrece, en definitiva, un tren competitivo para los próximos 50 años, que nos conecte con los grandes ejes europeos y que fomente el tráfico de mercancías desde el puerto de Cartagena. Fomento debería corregir sus pasos y mirar mejor el mapa.

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