domingo, 28 de septiembre de 2008

Menudo embarazo

El Gobierno saliente estaba sobredimensionado. Doce carteras que se podían quedar efectivamente en nueve con un reparto más apropiado de competencias. Cabe pensar, pues, que Valcárcel no afinó al diseñar su equipo hace año y medio y que ahora trata de ajustar el motor. ¿El cambio ha estado motivado por la crisis económica? Una duda. Más bien puede ser que la crisis ha sido el pretexto para remodelar un gabinete que no terminaba de cuajar. Si se trata de hacer ahorro con el recorte de consejerías, dudo también que se consigan significadas plusvalías en este sentido. Suprimir 30 ó 40 altos cargos no es gran cosa en comparación con los más de 4.000 millones de euros anuales del presupuesto de la Comunidad Autónoma.

Diferente es que se ataje el progresivo aumento de altos cargos que se ha favorecido en los últimos tiempos.Así que, dentro de este rosario de dudas, Valcárcel parece más por la labor de lanzar un mensaje de austeridad para intentar solidarizarse con los realmente fastidiados por los descalabros: hipotecas que ahorcan y parados de nuevo cuño. ¿Eso es una mera operación de cosmética? Se sabrá cuando se conozca qué resultados ofrece su nuevo equipo económico, ya que un ajuste de estas características debe ir de la mano de medidas eficaces dentro del redil autonómico. Esta remodelación ha sido más rara que un perro verde. Fue anunciada por Valcárcel con los vientos de recesión soplando en las nucas y ha alcanzado su clímax coincidiendo con las grietas del muro capitalista aparecidas en Estados Unidos. Hemos tenido un verano de embarazo político donde los consejeros estaban como zumbados, mirando de reojo a los designios de Valcárcel mientras éste se hacía otro traje a la medida de sus apuestas de Gobierno.

Ya se sabe que un consejero o un director general están para todo. Que deben sus cargos al presidente y a quienes los nombraron, y todo ese rollo de agradecimientos y de servicios prestados. Pero en el terreno personal y de la autoestima, no es de recibo la incertidumbre y ansiedad a la que muchos han estado sometidos. Cuando un presidente anuncia una remodelación, debe hacerla de inmediato para evitar un pudridero político. Esto ya olía. Quizás por eso ayer faltó brillo y glamour. Todo se consumó a la carrera. El personal ya estaba cansado. Sólo quería ver el final de la película y que cayera el telón. Suerte al nuevo Gobierno. Ahora llega el segundo escalón.


MANUEL BUITRAGO

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