domingo, 5 de agosto de 2007

EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN LA CAPITAL EN ESTADO DE ABANDONO




El municipio desaprovecha la proyección turística de su riqueza arqueológica
Las autoridades aseguran la óptima conservación de los restos pero no tienen proyectos de difusión pública

El castillejo de Monteagudo y tras él, el de Larache.


(Fuente: La Verdad)

Murcia esconde un tesoro por descubrir y por conservar. Claves de nuestra historia se encuentran olvidadas y algunas en estado ruinoso, mientras que el crecimiento de la ciudad se contrapone con el interés conservador y restaurador de los arqueólogos. El caso paradigmático de la dificil combinación de proyectos para el futuro y el mantenimiento de los restos del pasado fue la demolición década atrás, de los baños árabes de la calle Madre de Dios, pese a estar declarados Monumento Nacional, para la construcción de la Gran Vía. Nadie quiere repetir aquel craso error, y ante un caso similar, el castillo del Portazgo ha sido demolido y cortado pero para su traslado a otra ubicación ante las obras de ampliación de un tercer carril en el Puerto de la Cadena, pero el hecho de que esa construcción árabe del siglo XII estuviera absolutamente abandonada entre los dos sentidos de la autovía, deja traslucir el fracaso en la presentación de nuestro legado histórico cultural.


Existen una serie de monumentos en parecida situación.Los restos más importantes en el entorno de la capital, más allá del polémico yacimiento de Senda de Granada y de los restos de muralla árabe que salpicadamente se encuentran por el centro de la ciudad, se encuentran en dos pedanías del municipio y son respectivamente el martyrium de La Alberca y la basílica y baptisterio de Algezares. Poco conocidosAmbos son de los monumentos paleocristianos más antiguos de la península ibérica, pero su significación dista mucho de su conocimiento popular.


El martyrium es más conocido en La Alberca como Los Baños de la Reina Mora por la conexión que habitualmente se hace entre lo antiguo y el pasado árabe. Pero la importancia de ambos monumentos, cuyo estado de conservación es óptimo más allá de la proliferación de matorrales que la Consejería de Cultura afirma periódicamente eliminar, pero que sólo pueden ser visitados por investigadores y por grupos que vayan acompañados de responsables del servicio de patrimonio; va más allá de la propia belleza de ambas construcciones, sino que al ser edificios religiosos, destinado el de La Alberca a alojar los restos sepulcrales de un mártir, y el de Algezares a realizar el rito bautismal por inmersion, sólo una autoridad episcopal podría autorizarlos. Ello significa no sólo que en la Sierra de Carrascoy había una significativa concentración humana, que representaría una primera Murcia, sino que en ella residía un obispo. El profesor García del Toro califica a estos dos monumentos como «los Vaticanos de Murcia», porque si en Roma se aloja la tumba del mártir San Pedro, estos restos demuestran que en Murcia desde el siglo III había una consolidada comunidad cristiana, que contaba con mártires propios -seguramente los ajusticiados en el anfiteatro de Cartagena- y episcopado, que o bien coexistía con el de Cartagena, o bien el obispo de éste, se encontraba refugiado en el interior de la Región huyendo de las razzias godas en la costa, siempre según hipótesis de del Toro.


Todo esto no son descubrimientos arqueológicos novedosos, sino que hace décadas que la comunidad científica los conoce y estudia, y ambos monumentos se encuentran protegidos legalmente para impedir que los chalés y fincas privadas se comieran estos restos, como a punto estuvo de ocurrir con el castillejo de Monteagudo, cuyos cimientos el propietario de las tierras quiso en los setenta utilizar para hacerse una piscina.


Estas actuaciones privadas reflejan la falta de sensibilidad que denuncia Del Toro en la sociedad murciana, pero también la escasa información que de estos conjuntos históricos se tiene a nivel popular, y la falta de concienciación por el valor arqueológico y también turístico que los restos pueden aportar a las pedanías en las que se encuentran y a la oferta cultural en su conjunto del municipio de Murcia y de la Región.


En Monteagudo, el conjunto de fortalezas defensivas y palaciegas del siglo XII construidas por el llamado Rey Lobo, Ibn Mardanis, se encuentra en un pésimo estado de conservación del que sólo se salvan los restos del castillo de Monteagudo, parcialmente tapados por la posterior construcción cristiana, cuyo colofón es el Sagrado Corazón de Jesús, conocido como el Cristo de Monteagudo. Éste, principal referente turístico, tiene una más que peligrosa accesibilidad.


«Arqueología viva y menos 'piedrología'»
J. García del Toro.

Con el objetivo de difundir y divulgar el conocimiento arqueológico y popularizar la historia, el profesor Javier García del Toro expone la independencia de sus batallas investigadoras en el ejemplo de la muralla árabe de la capital, que ya le llevó a enfrentarse al ayuntamiento socialista cuando se hicieron las obras de la Glorieta en los primeros años 90, y cuyos restos espera que vuelvan a aflorar cuando se levante el jardín de San Esteban, lo que desmiente el actual consistorio.

Del Toro relaciona la falta de sensibilidad cultural que aprecia en la sociedad y en las autoridades políticas con la necesidad de potenciar el turismo para suplir la crisis económica. Motivo por el que considera que Cartagena se volcó en sus restos arqueológicos.

Entre los desmanes contra las huellas de nuestro pasado, Del Toro cita por supuesto a Senda de Granada, pero también a los olvidados castillos de Monteagudo y el Portazgo -cuyo traslado considera sólo una leve mejora respecto de los métodos de destruir las ruinas arqueológicas que entorpecen obras modernas-.

Otros ejemplos de olvidos y desconocimientos populares que cita, además de el martyrium y el baptisterio, son las pinturas rupestres o los tesoros submarinos de la Región.

El martyrium olvidado en La Alberca

Ubicado en la calle La Paz de La Alberca, tras un portón de hierro cerrado y una tapia, se encuentra este edificio funerario del siglo IV, destinado a alojar los restos de un mártir cristiano y junto a él, poderosos locales. Es Monumento Histórico Nacional desde 1931.Es la primera iglesia martirial de la Región. Su planta es rectangular, consta de dos cámaras, una de ellas la cripta. Alrededor del edificio hay una extensa necrópolis de los habitantes humildes que quisieron yacer junto al mártir.Es uno de los monumentos más citados por la historiografía paleocristiana y el más relevante del levante español. En el pueblo es conocido como Los Baños de la Reina Mora, confundiendo su origen con el domino árabe.

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